Naciste un treinta de mayo
entre flamboyanes bellos
y entre montes verdes
ensartando flores para tu rey lacayo.
Eran los aromas
de la triste fuente del parque central
el refugio de tu calle angosta
y la guaya, tan pequeña fruta
transparente y a la vez jugosa
regalo de canastas verdes
y en pañales castos mi naciente esposa
en un mes de mayo
del Tuxtla bello y primaveral
la dueña toda
de mi corazón ardiente.
Y a veces pienso
en la fiel leyenda
que me dio a mi novia como rica ofrenda
de rumbosas fiestas
de mi pueblo heroico
que en carnestolendas
encendió mi pecho de un manjar de amor,
pues mi ruego de encendido ensueño
ganó con ella el Altar Mayor.
|