Me emociona el ritual de tu cadera
en el verano sereno de tus pasos
y el ritmo sensorial de tus ocasos
surcando en retirada a tu manera.
Novia blanca, soñé honda quimera
el dócil proceder de tus ojasos
mas el doble ceñir de tus abrazos
y el recio palpitar que te venera.
Ya no sueño jardines florecidos
ni tristezas distantes, peregrinas
ni el brillo señorial de los arcanos
pues tengo muy tranquilos altos nidos
de bondades sensitivas y andarinas
y el diáfano capelo de tus manos.
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