Y nunca yo bajé una mirada
ante el rojo crisol de las pasiones
a nombre de sutiles emociones
en la ruta del sol y de la nada.
En ese sol viví apasionada
y tranquila verdad entre pendones,
el árbol de la vida y ciertos dones
que alumbran con su luz una jornada.
Y entre hadas, crisoles y verdades
le dije adiós al río proceloso
de vehemencias y urgentes vanidades.
Y pude distinguir el caudaloso
y sangrante crespón de soledades
en el paisaje núbil, quejumbroso.
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