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En mis horas coloreadas de lámparas
azules, de blancas crestas de recuerdos
y de las cómodas doradas de los abuelos
veo las sinfonías de cristal de Tiffany.
De esas vidrieras con racimos de uvas
y pavos reales de colas emplomadas
y en las mesas de mi casa los ceniceros
de vidrio soplado mas ardientes que el sol.
Tiffany me regaló sus vasos Favrile y
la fascinación de la luz de todos sus ornatos,
cortinas de lluvia encristalada, esmaltes
con figuras orientales, su cerámica de
arco iris y la fábula de su vidrio de silicato.
Si alguna vez de niño hubiese roto una figura
de porcelana de Tiffany mi llanto, esmerilado
como las floreros de ese genio del arte
se hubiese cuajado para siempre en el aire.
Los cuadros de luces de Tiffany seducen
mis recuerdos y sus figuras de cobre esmaltado
los tengo en la mente como trofeo del tiempo
esotérico que se fue para nunca más volver.
Tiffany es mis sueños el azul añil del cosmos,
la pagoda transparente que vi una vez en la pijama
de mi linda madre y la cúpula
de vidrio de mi sueños con borlas de cristal
coloreadas por un un mago de oriente.
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