Sinuosa como el mar efervescente
hoy te esculpes grandiosa en la montaña.
Eres cumbre que aflora en los caminos
y tiara que corona mis mañanas.
Mirada de encastados señoríos,
de crespones de luz en la ventana.
Regálame tus tiernos amoríos
y juega tu ajedrez como una dama.
Vela encendida, ángel de alas rotas,
y musical ventisca en las praderas.
Te trepas a mi vida meridiana
si caminas por campos y veredas.
Permite que me bañe con tus sombras
en las mañanas del verano incierto.
Anida mi pasión bajo tus alas
y dame las semillas de tu huerto.
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