Que aterradora vida
la del ángel por todos tan temido
si pierde la partida
en el ardiente nido
y antes de nacer está destruido.
Es sombra miserable
esa esencia por todos rechazada.
Maltrecha y condenable,
sumisa y anegada
camina por el mundo siniestrada.
Se escribe el anatema
en los clamores de la noche y día.
El bosque siempre truena...
confusa algarabía
cuando el hondo pesar nos confundía.
La guerra y el desdoro
es flanco en el que nadie ya confía.
“Tus penas siempre lloro”…
así me lo decían
las diez sirenas de la fuente de oro.
El lobo fiero husmea
la fetidez del hombre, amortajada;
el cielo en alta esfera
se va en la marejada…
¡Es el alma por todos ultrajada…!
Si pierdes la partida
en esas cuevas del pesar oscuro,
regálale a la vida
tu celestial y puro,
vigor que late con fulgor seguro.
Tus pasos inmortales
son las selvas de la cimbreante esfera.
Morimos como iguales
y luce nuestra era
en una comba de estrellas cenitales.
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