Tú sobre las rejas áridas del tiempo
caminas silenciosa como el alba.
Tus ojazos se escudan en la noche…
tus manos en la carne se divagan.
Obséquiame el desplante de tus formas
y la alondra que en sus vuelos se regala.
La esencia pura de presagios santos
y el firme pecho de tu fe sagrada.
Escinde con tu amor mis escrituras...
sacude tu pudor en la ventana.
Arrópame mujer, aunque me inmoles
en tu vida que nunca se degrada.
Y escríbeme con todas tus tristezas
la historia que a mi encuentro se regala.
Presagia de mi vida la existencia
del ave del placer atribulada.
La gruta de tus lirios se me esfuma
y vuelve a ser tu piel por la mañana.
Sí, las rejas del tiempo me ilusionan
en la ruta del dolor purificada.
Pues es tal vez la flor ayer vencida
la espiga que en mis manos se desgrana.
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