Dios define tal vez en la alborada
la fuerza inmarcesible de su aliento
y se esparce turgente cual el viento,
como soplo del todo y de la nada.
Y si es también la luz de una mirada
y la espina fugaz del sentimiento,
redime con su paz cualquier momento
a la hora sin fin y emocionada.
Dios inventó al amor, a los humanos,
a la estrella que surge en un instante;
la gloria del candor está en sus manos.
Dios irradia tranquilo en su semblante
del universo al sol y en los arcanos
la vida sideral y más distante.
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