Silenciosa y lejana como niebla,
pagana rosa abierta como el alba.
Eres el corolario de mis noches
y de mis labios el agua pura y clara.
En mi juventud sinfonía eterna
y vino que en la fuente es esperanza.
Yo soy como tú en la aventura buena
que me encuentra despierto en la mañana.
Mueren las horas, suaves como el tiempo.
Se escuda el corazón dentro del alma.
La risa se eufemiza en leve mueca,
la vida en el filón se nos acaba.
Tiempo de mi tiempo, cábala santa
y rosa palpitante en mis entrañas.
Te ausentas en la nada y te derrites
como un cirio de blanca llamarada.
Silenciosa, lejana y eterna,
tendida en el surco y cabizbaja.
Regálame tu niebla, tus flaquezas
y el amor que en tu vientre se derrama.
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