Me escondo atrás
de mi nariz un rato
para ver pasar al sol
y sobre todo
para sacudir
del pantalón el lodo
de las pisadas
de mi avieso gato.
Micifuz me mira
sorprendido
y aunque espera
de mi mano una caricia
se revuelca
siempre con delicia
cuando de él
su comprensión yo pido.
Firmaré con mi
notario un trato,
sí, en tinta indeleble
y colorada
para hacer de mi vida
una humorada
con las piruetas
de mi lindo gato.
|