En aquel andamiaje de planetas
surgió del suave polvo de la nada
la resplandeciente luz de tu mirada
en el alba de cientos de cometas.
Cubriéronse las aguas cristalinas
del turbio mar con sus fugaces olas
y volaron las aves cantadoras
al ras de tus cascadas cantarinas.
El mar azul se estremeció de pronto
ante el cósmico velo de la nada,
mientras la luna se cubrió de fuego.
Así esculpiste en mi nuevo cielo
un Olimpo de nubes hechizadas
con el cincel de luz de tu mirada.
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