A mi padre
Ahora, sin marcha atrás
me lamento,
de aquellos días sin espectadores,
quizá debimos
recoger en ramos las horas
desechando desperdicios.
Sólo ahora
sé apreciar las páginas
rellenas de tus sonrisas
de sabios consejos.
La humildad fue tu estrategia
para meterte el mundo en los bolsillos,
la mala suerte, tu estgima,
no supo endurecer tu corazón.
Ahora, sólo me queda,
darte la mano sin miedo,
cuidar de tu paz
y que mis lágrimas
no delaten tu muerte.
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