Los sueños pernoctan en el transitar de la bruma,
dejando calles desoladas, cubiertas de melancolía,
sólo se ilumina el farolillo que evoca al niño eterno.
Sueños que caminan cabizbajos, no les llega la luz,
sólo fluye en torrente la pesadumbre mediocre
con el chirimiri de la rutina.
Pasan vacíos los años, el tiempo se traga las horas,
sueños de papel quemado, ilusiones ahogadas.
Vida de guindas amargas, sueños que dormitan.
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