Dejo mis pies
recorrer el acantilado,
que me lleven
a las aguas tranquilas,
donde bañan la costa,
mansamente, donde puedo
caminar sin sobresaltos.
Y sin nada en mis manos,
ni a cuestas, ligera,
puedo contemplar ante mi,
que lo tengo todo,
que nada preciso
para seguir caminando,
solo mis pies
y mi deseo de avanzar.
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