Madre!
Como gotas de rocío,
sobre mi, te derramabas,
pero no calmaban mi sed,
ni el pozo de tus lágrimas.
Sedienta yo de tu amor,
y el dolor se te llevaba
busqué la última gota,
en el fondo de tu mirada.
Cuanto mas bebia de ella,
la garganta se me secaba,
el corazón galopaba,
dándole muerte al alma.
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