El viento primaveral roza mi cara,
el sol tibio de la tarde me salva,
pero al caminar por el mismo filo,
hay escalofrío y nudo en la garganta.
Me aferro a esa brisa cercana,
respiro lentamente, me ahogaba,
miedo terrible, todo me falta,
perdoname, no puedo confiar mas,
los viejos fantasmas me asaltan.
Buscaré mi fuerza, de cuerpo, alma,
no quiero caminar mas enlutada,
gracias por prestarme tu barca,
por estar en mis acantilados cuidando,
para que todavia mi timón no soltara,
que supiera remar, que no me estrellara.
Aprenderé a no romper mares de plata,
a mecerme en ellos si alli me alcanzas,
a beber mieles de espuma en olas saladas,
a no ver mas que arena y océano ante mi,
la realidad maravillosa de disfrutarla.
Agradecer que está ahi para cuando quiero,
hacerme sentir bien en la mañana soleada,
en la noche oscura con el rugir bravio,
paseando a la orilla, en la tarde cálida,
escuchando tu amistad, gran perla preciada.
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