Me envuelve en su manto conocido,
el amor más limpio, el del amigo,
transparente, me arropa, me mima,
me anima a seguir sin yo pedirlo.
Inesperada llamada, me tranquilizo,
que me despierta algo de mi nebulosa,
que embota mi mente, no me deja ver,
de cuanto amor dispongo, no vivo.
Maldito físico, a trompicones responde,
cuando yo quiero verlo despierto, divino,
llevando las riendas de todo, paraiso,
consciente siempre, que nada sea olvido.
No quiero ser princesa en el castillo,
sino personita que vive a ras de suelo,
en su debilidad te encuentra, resurge,
aún en su precariedad, te ayuda, amigo.
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