Querida Rosario: esposa, madre, abuela, hija y hermana, como hace pocos dias ella misma recordaba.
Donde quiera que estés, recibe nuestro amor.
Hoy es un dia triste para todos nosotros, porque sentimos su marcha, su muerte. Se nos fué tal y como era ella, sin hacer ruido, discretamente, sin querer dar trabajo, y siendo madre hasta el último aliento.
En su lecho de muerte seguía en su afan de arropar y cuidar a cada uno, para que cada cual siguiera su vida de trabajo y familia, que nadie dejara nada de sus quehaceres por cuidarla.
Querida ROSARIO, nos has dado un ejemplo de vida, con tu valentía en la enfermedad, con tu cariño, tu discrección y saber estar a la altura de las circunstancias, tu firmeza de carácter cuando era preciso, y sobre todo, tolerancia y talante, aceptando situaciones nuevas.
Hoy dejamos de disfrutar de tu mirada, tu sonrisa, tus ocurrencias simpáticas, pero seguirás de por vida en nostros, toda TU, lo que es visible a los ojos del alma. Tu brillo estará en toda la belleza de este mundo, que nuestros ojos puedan contemplar.
En cada amanecer, en la mas bonita puesta de sol, en cada brizna de hierba que nace, en cada ola de mar que podamos disfrutar, en cada sonrisa de los que amas, ahi estás TU.
Desde donde estés, síguenos guiando para llevar la vida que nos toca vivir, sin todas las cosas que nos quedaron por decirte: lo buena que eras, y cuanto te queríamos.
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